Mensaje de Jesús Silva-Herzog Márquez
El proceso de la consulta revocatoria ha resultado más bien una consulta provocatoria. Ha servido, este proceso para alimentar la provocación y sobre todo para exhibir, para colocar, al Instituto Federal Electoral y al Tribuna Electoral como si fueran los enemigos de la democracia.
Se trata de una distracción política muy grave, que hace que veamos nosotros a funcionarios muy altos del gobierno federal prefiriendo la promoción de la consulta revocatoria a la asunción de sus responsabilidades esenciales. Este es el caso de un subsecretario de Seguridad Pública que piensa que es más importante alimentar la vanidad del Presidente de la República que cumplir con su función como encargado, como responsable de la seguridad pública dentro del gobierno federal.
Pero algo que me parece muy claro de esta provocación de la consulta del 10 de abril, es el hecho de que parece servir a los propósitos de justificar la demolición de los órganos electorales, de adelantar ya el fracaso de esta consulta y de culpabilizar directamente de ese fracaso a los órganos electorales, al INE, al Tribunal Electoral.
Y algo sabemos de la idea que tiene el Presidente de la República para su reforma electoral. Nos ha adelantado que quiere eliminar a los diputados plurinominales y nos ha adelantado, cosa que me parece particularmente seria, que piensa romper con el principio de conformación de los consejeros electorales, del Consejo General del INE, para que sean los electores quienes directamente voten a los consejeros.
De esta manera, mientras votamos por partidos para integrar a los municipios, para elegir alcaldes, gobernadores, senadores, etc., tengamos nosotros una boleta en donde votamos por nuestro consejero electoral.
Ese es un principio absurdo. En ningún lugar del mundo existe un proceso semejante para constituir órganos electorales. Esta es una propuesta, además, inviable, porque el presidente, porque su coalición política, no tiene los votos para reformar la Constitución, a través de este intento de hacer reventar los órganos electorales. Pero se trata de una expresión clarísima de cómo entiende López Obrador la democracia.
La democracia entendida como una aplanadora de las mayorías, una aplanadora que no está perdiendo el tiempo en procedimientos, en respeto a normas y leyes, sino que hace coincidir toda voluntad política dentro del Estado con la voluntad de la mayoría, con la voluntad que en estos momentos tiene su coalición y su proyecto político.
Es por eso que se trata de un atentado a la convivencia democrática, en la medida en la que necesitamos no solamente las instituciones que expresen la voluntad mayoritaria, sino también necesitamos instituciones que le pongan freno, que las limiten, que encuentren una manera de establecer este piso parejo para los competidores a los puestos de elección popular.
Este es, sin lugar a dudas, el mayor atentado a la democracia constitucional; que hemos visto en mucho tiempo.