Comentarios sobre la Consulta de la Revocación de Mandato
Ilse M. Escobar
Los tres años de gobierno del presidente López Obrador son muestra suficiente para conocer su estilo personal de gobernar y para afirmar que la próxima consulta de revocación de mandato será otra de sus farsas políticas con consecuencias lamentables y con inútil despilfarro de recursos públicos.
Desgraciadamente los legisladores votaron a favor de la reforma a la Constitución para crear esta figura de participación directa, que discrepa de nuestro sistema presidencialista. México ha sido de los pocos países que ha tenido durante casi 90 años sucesiones sexenales ininterrumpidas. Nuestros problemas nacionales empeorarían sin esta estabilidad. La figura de la revocación de mandato provoca incertidumbre al presidente quien, a la mitad de su mandato, sentirá la amenaza constante de sus opositores; y sus decisiones se verían acotadas a evitar la interrupción de su gobierno. En mi opinión, los mecanismos de democracia directa debilitan la democracia representativa.
Conforme a nuestras leyes, López Obrador fue elegido por un sexenio y debe terminar su mandato en forma responsable. Es muy probable que el presidente sustituto (que sería designado, no electo por la ciudadanía), fuera más radical y denostaría aún más a la oposición. La sociedad estaría aún más polarizada y dañaría la consolidación de nuestra democracia. Puede sospecharse también de una oculta intención de prolongar la gestión del presidente o de reelegirse más adelante si la revocación llegara a realizarse.
La lectura de varios analistas políticos destacados y con conocimiento de causa, como el exconsejero presidente del entonces Instituto Federal Electoral, Luis Carlos Ugalde*, previenen con sólidos argumentos de no participar en esa consulta distractora y propagandística ante los verdaderos fracasos de este gobierno. La situación resulta compleja ante este evento inédito, pues no sabemos qué se pretende realmente. Incluso se ha debatido entre los legisladores el tipo de pregunta que debería hacerse; y nos queda la duda de si se trata de una revocación o una ratificación del mandato.
Estamos ante un problema delicado. Nos espera una gran tensión durante la recolección de las casi tres millones de firmas y su revisión por parte del INE; primeras etapas del proceso de esta consulta. El mejor escenario sería que no se lograran reunir dichas firmas, con lo que nos evitaríamos mayores daños a nuestro marco jurídico. Apostemos por la estabilidad política de nuestro país al no participar en esta contienda. Ya tenemos suficientes dificultades por resolver.
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